Por: Leticia Vaca
"Yo vengo, aunque ya solo el cadáver encontremos, pero me gustaría que regrese a mi país, esa es mi idea".
Baltazar Hernández, padre de Juan Hernández Torres, migrante desaparecido en 2017.
"Ha sido muy difícil, una angustia muy horrible, a causa de la ausencia de mi hijo. Sin saber nada de él, qué le pudo pasar en el camino. Vengo con fe, vengo con la esperanza de volver a estrechar a mi hijo en mis brazos y decirle cuánto lo amo".
Con las fotografías de sus familiares desaparecidos colgadas de sus cuellos, el pasado 23 de noviembre de 2019 arribó a la capital potosina la Caravana de Madres centroamericanas, quienes desde hace 15 años recorren los estados de la República Mexicana que forman parte de la ruta de los migrantes centroamericanos, en búsqueda de sus familiares desaparecidos.
Ese es el caso de Terci Ojana García Hernández, madre de Jefry Adoni González García, desapareció el ocho de agosto de 2018 en Nuevo Laredo.
También el de Yolanda Ramírez, madre de Ana María Ramírez, de quien no se sabe nada desde el pasado 30 de abril del 2007.
"Ya mucha familia me ha dicho que no salga y yo no pierdo la fe, caminaré hasta donde Dios me de el alcance, no pierdo la fe”, se convence, mientras muestra la foto de su hija, para saber si alguien la ha visto o puede proporcionarle información para dar con su paradero.
En esta ocasión y desde hace algunos años, a la caravana también se han sumado padres, que dejan sus casas y sus familias para buscar a sus desaparecidos. Ellos y ellas saben que sus hijos e hijas decidieron salir de su país con la esperanza de llegar Estados Unidos y poder apoyar con la economía de sus seres queridos; también para huir de la inseguridad y el reclutamiento de jóvenes a las pandillas. Destino del que muchos no pueden escapar.
"Mi hijo tiene 17 años ahorita, emigró de 16 años de Honduras, en la búsqueda del sueño americano, un año tiene. Porque mi país está en crisis y otra cosa…las pandillas están presionando a los jóvenes en Honduras forzándolos a meterse a la pandilla, obligándolos a cobrar extorsión y mi hijo es lo que no quería y por eso se vino para este país", narró Terci Ojana García Hernández.
Algunas integrantes de la caravana, revelan que la última vez que tuvieron comunicación con sus familiares, se les escuchó preocupados, "él pasó bien el desierto y fue en Phoenix Arizona, ahí fue donde se comunicó con mi hija, algo desesperado, como que está asustado, algo así se oyó su voz", recordó Baltazar Hernández.
La Caravana inició hace 15 años y en esta ocasión, la integraron un total de 38, entre madres y padres de Honduras, Guatemala, Nicaragua y el Salvador, recorrieron algunas ciudades de entidades como Chiapas, Veracruz, Querétaro, San Luis Potosí, Saltillo, Guanajuato, Ciudad de México, Puebla y Tabasco, Nuevo León, entre otros.
En 2019 uno de los casos de éxito fue el de Dalinda Mayela Segovia Alvarado, quien a los 9 años huyó junto con su hermano mayor del conflicto armado en El Salvador. Por 25 años su madre desconoció su paradero, hasta que se reunió nuevamente con ellos el pasado 1 de diciembre, en el municipio de Marín, Nuevo León.
También el caso de Margarita Reyna Lainez, de Honduras, que se reencontró a uno de sus hijos con quién perdió contacto desde hace varios años. “Pasaron 32 años para su madre pudiera abrazarlo”, se narra en la página de movimientomigrantemesoamericano.org. Este movimiento ha logrado la localización de 315 migrantes, de quienes sus familias no habían tenido noticias en años.
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