El Día Internacional para la Erradicación de la Violencia contra las Mujeres no es una efeméride más: es una herida abierta que el país arrastra desde hace décadas.
- La Rata

- 26 nov
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En México las cifras de violencia contra mujeres y niñas continúan acumulándose

Por: Jazmín Ramírez García
Las cifras, frías y duras, permanecen como testigos incómodos.
Más de la mitad de las mujeres potosinas ha enfrentado algún tipo de violencia a lo largo de su vida, miles más viven con miedo al interior de sus propias casas, en la calle o en internet.
El 25N no busca recordarlo: lo exhibe.
Pero este día no le pertenece al gobierno ni a los discursos institucionales. Le pertenece a quienes salen a marchar por sus hijas, a quienes cargan el retrato de una hermana ausente, a quienes aprendieron a caminar con llaves entre los dedos como defensa improvisada.
Le pertenece a quienes, aun con miedo, deciden romper el silencio.
En las calles de San Luis Potosí, las mujeres han convertido la indignación en motor. La protesta no surge de la nada: nace del hartazgo ante carpetas que no avanzan, ante llamadas de auxilio que llegan tarde, ante las promesas que cada administración recicla sin tocar las raíces del problema.
El 25N no es para agradecer programas; es para exigir que funcionen.
Aun así, cada año aparecen voces que cuestionan las marchas, que señalan las pintas, que piden “formas correctas” de reclamar. Curiosamente, esas mismas voces guardan silencio ante la impunidad. Reclamar los muros, pero no las vidas, revela prioridades.
El 25N tampoco es un acto aislado. Es un recordatorio de que la violencia se extiende a nuevos espacios. El INEGI estima que millones de usuarias de internet han sido víctimas de hostigamiento digital: acoso, amenazas, difusión de contenido íntimo sin consentimiento.
Las agresiones cambian de rostro, pero no de intención: callar, intimidar, someter.
Este día, entonces, tendría que incomodar. Debería obligar a revisar por qué los refugios siguen insuficientes, ¿Por qué los protocolos fallan, por qué tantas madres tienen que convertirse en investigadoras para encontrar justicia?
Mientras eso no ocurra, el 25N seguirá resonando como un reclamo: uno que no desaparecerá con discursos institucionales.








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