“Frente a la presidencia municipal se lo llevaron”; Guillermo desapareció el 1 de marzo de 2010

• María Yolanda Niño Díaz no se rinde: desde 2010 busca a Guillermo, su hijo de 17 años desaparecido en el municipio de Venado; acusa a autoridades locales de haberlo entregado a hombres armados.

Texto y fotografía por: Jazmín Ramírez García

Han pasado más de tres lustros desde la llamada que cambió para siempre la vida de María Yolanda Niño Díaz. Aquella tarde del 1 de marzo de 2010, su hijo Guillermo Díaz Niño, de tan solo 17 años, la contactó entre sollozos. “Me siguen varias camionetas, ¿qué hago?”, alcanzó a decirle. El joven estaba desesperado y sin saber a quién recurrir en el municipio de Venado, San Luis Potosí.

Fue su tío quien contestó el teléfono y le recomendó ir a buscar ayuda con la policía. Guillermo lo intentó, pero al llegar a la comandancia, según el testimonio de Yolanda, los propios oficiales lo entregaron a los hombres armados que lo perseguían.

“Ahí, frente a la presidencia municipal, se lo llevaron. Mi hijo estaba aterrado y los policías, en lugar de protegerlo, lo entregaron. Desde ese momento, jamás lo volvimos a ver”, relató.

Quince minutos más tarde, la familia arribó al lugar. No quedaba rastro del muchacho ni de su camioneta, solo fragmentos de la parte trasera del vehículo. Al preguntar a los uniformados, la respuesta fue lapidaria: “Aquí no pasó nada, todo está tranquilo”.

Con el tiempo, el dolor se mezcló con la rabia. A Guillermo intentaron mancharlo, dijo su madre, vinculándolo con jóvenes que apenas conocía.

“Lo quisieron señalar injustamente, pero mi hijo era noble, sin vicios, trabajador. Solo había venido de vacaciones desde Dallas, donde vivía con sus hermanos trillizos”.

El golpe destruyó a la familia. Sus hermanos regresaron destrozados de Estados Unidos; la abuela y abuelo, consumidos por la angustia, enfermaron y cada aniversario de su ausencia se convirtió en una tortura.

La tragedia no terminó ahí. El 1 de marzo de 2024, justo al cumplirse 14 años de la desaparición de Guillermo, otro de los trillizos fue privado de la libertad en Moctezuma. Ya antes habían intentado llevárselo, pero aquella vez los captores lograron irrumpir en su casa y sacarlo por la fuerza.

“Fue un infierno: entraron armados, se llevaron todo, no les importaron las cámaras ni las bardas. Gracias a Dios y al respaldo del colectivo Voz y Dignidad, logramos recuperarlo”, narró la madre.

Aunque este hijo volvió a salvo, la herida se hizo aún más profunda. Hoy, la familia vive en constante zozobra.

“Ya no descanso, cada vez que alguno de mis hijos se retrasa pienso lo peor. Dejé de cerrar la puerta porque, ¿para qué?, si cuando quisieron entrar lo hicieron sin importar rejas, candados ni cámaras”, expresó.

María Yolanda tiene como única exigencia obtener respuesta.

“Solo quiero que me regresen a mi hijo, saber dónde está, volver a abrazarlo”, suplicó.