Por: Leticia Vaca.
Era un viernes, entre seis y seis 30 de la mañana, en esos días en los que aún no se deja ver el sol a esas horas, el cadáver parecía llevar ya un buen rato allí, esperando a ser descubierto, se veía rígido.
Aunque vi el cuerpo pendiendo, me negué a creer que se trataba de un suicidio, a pesar de que ya habían colocado una cinta amarilla, de esas que ponen para que los curiosos no se acerquen y que alertan que algo malo pasó, pero, pese a que un par de policías hacían como una especie de guardia para que nadie se acercara, mi mente se negó a creerlo e ideó otras cosas.
No lograba distinguir si eran llantos, gritos o ruidos, pero empezaron desde mucho antes de las seis de la mañana, tal vez fue cuando sus familiares lo encontraron. Solo pocos vecinos salieron, yo tampoco lo habría hecho si alguien me hubiera alertado, era la hora en la que tenía que salir, y a pesar de haber escuchado los llantos nunca imaginé lo que estaba por presenciar.
El cadáver estaba pegado a la puerta de acceso al condominio, probablemente quería ser visto, quería ser encontrado fácilmente o quizás hasta quería que alguien lo detuviera. Pero nadie lo vio.
Solo sé que se quedó sin trabajo, acaba de iniciar el año, todos sabemos que es una época difícil por las fiestas decembrinas o la cuesta de enero que algunos pega de maneras inimaginables.
Era un vecino con el que solo intercambiaba el saludo y del que sólo sabía su nombre, pero días antes de su suicidio se acercó y me contó que se había quedado sin trabajo, que daría mantenimiento al edificio y a cambio pedía una cooperación voluntaria, en ese momento solo le pude dar 20 pesos.
Y así se repitieron las historias, a otra persona le comentó que no podía dormir, a uno más le pidió prestado 10 pesos, y a otro le contó que tenía problemas, tal vez eran llamadas de auxilio, tal vez solo buscaba palabras de aliento, o tal vez la decisión ya estaba tomada.
No sé la edad que tenía, pero calculo que entre 30 y 35 años, tal vez un poco más, dejó a dos niños huérfanos y aunque tal vez nunca se sepa qué fue lo que lo llevó a tomar esa decisión, mi conclusión me dice que pedía ayuda, que quería que alguien lo escuchara o incluso que le ayudarán a desistir, pero no supimos o quisimos escuchar sus gritos de auxilio.
Del 1 de enero al 14 de agosto, en San Luis Potosí, la Fiscalía General del Estado ha registrado 148 suicidios, únicamente 103 menos en comparación con el total de los suicidios registrados durante el 2019. De los 148 suicidios presentados en el estado, 104 fueron durante el periodo de cuarentena derivado de la pandemia por el virus SarsCov2, un período difícil emocionalmente hablando.
Tal vez si mi vecino hubiera buscado alternativas la historia habría sido diferente. Sin embargo pese a que existen programas de la Secretaría de Salud del Estado para la prevención del suicidio, así como la atención a reportes en la línea 911, actualmente por la pandemia todas las atenciones referentes a salud ya sea mental o por sospecha de Covid, se concentran en el número: 800 123 88 88.
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