La cicatriz inmortal del bolero: cuando el amor duele, la danza responde
- La Rata

- 12 oct.
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En el cuadragésimo quinto aniversario del Festival Internacional de Danza Contemporánea Lila López, la Compañía Barro Rojo Arte Escénico, originaria de la Ciudad de México, más que presentar una obra, abrió un baúl. Con la puesta en escena "Amor, Perfume y Ausencia... Boleros del Alma", el colectivo no sólo hizo danza contemporánea; invocó un eco inquietante y tenaz que sabe a amores, a derrotas y a resurrección.
Porque si hay una verdad ineludible que nos define, es que todas y todos venimos de una historia de amor o de desamor. Y Barro Rojo, con la precisión de un cirujano y la crudeza de un poeta maldito, tomó esa premisa y la arrojó al escenario del majestuoso teatro de la paz.
La danza, esa voz que no necesita garganta, se convirtió en el único idioma capaz de traducir la arqueología sentimental de nuestros padres y abuelos, y toda aquella persona que ha vivido el amor y el desamor en cada latido, en cada paso en falso y en cada madrugada solitaria.
EL VIAJE A TRAVÉS DEL PERFUME Y LA AUSENCIA
La compañía nos invitó a un viaje arquetípico, un descenso al infierno sentimental. El héroe de esta epopeya no es un guerrero con espada, sino el cuerpo humano envuelto en la fragilidad de una canción. La travesía inicia en la quietud de la memoria, el punto de partida que nos ancla a la época donde el amor se escribía con tinta indeleble y dolor. Las canciones seleccionadas no son solo melodías; son cápsulas de tiempo de una generación que expresaba el romance con una sensibilidad casi sacrificial. Y aunque el pulso actual de las redes y la inmediatez parezca haberlas relegado, estas piezas son el adn sonoro que las nuevas generaciones han absorbido en la sala de su infancia, en el auto de papá o la cocina de la abuela.
La Llamada a la Desventura: "Encadenados" (Chavela Vargas)
El telón se desgarra con la voz de Chavela, que canta y escupe verdades. En el escenario, la danza es una metáfora corpórea de la esclavitud voluntaria. Los cuerpos se buscan y se repelen con la furia de dos imanes mal orientados. Es el momento en que el héroe (el cuerpo) se da cuenta de su atadura. Los bailarines se mueven y se arrastran como almas en pena que han elegido su calabozo por la belleza de las cadenas. El ambiente es denso, la coreografía parece un nudo gordiano tejido con pasión y agonía, presagiando el camino que el amor, o su ausencia, obliga a recorrer.
El Encuentro Sobrenatural: "Cielo Rojo" (Lila Downs)
La voz de Lila Downs irrumpe como un presagio. El movimiento se vuelve una personificación de la desesperación que viste de gala. El "Cielo Rojo" no es un atardecer, es una hipérbole del dolor celoso que tiñe todo de carmesí. La compañía logra que la danza se sienta como una fiebre, como si la piel del bailarín fuera demasiado pequeña para contener una tormenta. El cuerpo se contorsiona, se quiebra. La luz y el humo sobre el escenario son tan tenaces que parecen heridas abiertas. Es el momento donde el héroe, cegado, cruza el umbral hacia lo irremediable.
La Prueba y la Agonía: "Cucurrucucú Paloma" (Caetano Veloso)
Llega el bolero que es un símil del lamento universal. La dulzura de Caetano Veloso es la ironía perfecta para el martirio que se desarrolla. Los movimientos son más fluidos ahora, pero vacíos, como si el cuerpo, aligerado por la pérdida, flotara a la deriva. El suelo no es tarima, es un espejo roto donde se mira el corazón de bailarines y bailarinas. Aquí, la ausencia es un personaje más que baila, un fantasma que teje sus brazos alrededor del vivo, pero nunca lo toca. Es la prueba de fuego: seguir bailando, aun cuando se ha perdido la voz y el nido.
La Recompensa Amarga: "Dos Gardenias" (María Rita)
La música de María Rita es un bálsamo efímero. Las "dos gardenias" se transforman en una metáfora visual de la fragilidad del pacto. Los personajes se mueven con una ternura brutal. La danza es ahora un diálogo íntimo y desesperado, donde las caricias son un intento de pegar lo que se sabe roto. Las gardenias entregadas en la canción, en el escenario son pequeñas victorias de la memoria, momentos robados antes de la caída final. La coreografía celebra la belleza del pasado para hacer más lacerante el presente.
La Expiación y el Regreso: "Tu Recuerdo y Yo" (Lila Downs)
Lila Downs regresa y nos vuelve a la intensidad del alma mexicana. La danza en este punto es explosiva, pero sostenida y profunda, como el vello erizado de un escalofrío que no se va. El recuerdo no es un pensamiento, sino una carga física que el bailarín arrastra. La coreografía es el acto de expiación, el héroe que acepta su destino y regresa con la sabiduría del dolor, la reafirmación de que incluso la soledad tiene una belleza inquietante y la certeza de que "no vale nada la vida, empieza siempre llorando y así llorando se acaba".
Elixir de la Vuelta: "Aunque No Sea Conmigo" (Celso Piña y Café Tacvba)
El cierre es un trueno. La cumbia-bolero de Celso Piña con Café Tacvba es el elixir que el héroe trae de vuelta. Es la metáfora de la resiliencia pop. La melodía, una mezcla de dolor tradicional y rabia moderna, permite a la compañía una descarga de energía que rompe la solemnidad del bolero. Los cuerpos se liberan de las formas clásicas, gritando al unísono: "Quiero que seas feliz, aunque no sea conmigo". Este es el mensaje final del viaje: la única forma de sanar la cicatriz del amor, es aceptando el desgarrador acto de la ausencia.
Impresiones De Los Protagonistas
La puesta en escena de Barro Rojo no es una simple coreografía; es un espejo de la vulnerabilidad humana, un manifiesto sobre cómo el dolor de una generación se hereda y se baila en la siguiente.
En palabras de la directora de la compañía Barro Rojo Arte Escénico, Laura Rocha, esta obra es un homenaje a nuestros padres. "Yo creo que es la música que le gusta a una generación o a varias generaciones y quisimos compartir eso, siempre le digo a los bailarines: mis papás me arrullaban con esa música, es un homenaje a ellos, es un homenaje a esa historia de amor y desamor", expresó la maestra.
La química y la profunda conexión entre los bailarines y bailarinas es fundamental para transmitir todo esto en la puesta en escena. Para Luisa Ocampo y César Zarco, integrantes de la compañía, inspirarse en sus padres y también en el maravilloso público que año con año presencia el festival Lila López, fue clave para llevar al escenario todas estas representaciones del amor y el romance.
"Muchas veces esas canciones las escuchaban nuestros padres; en mi caso yo crecí escuchándolas gracias a mis padres... venimos de una historia de amor y es la de nuestros padres y creo que esa es nuestra mayor referencia y pues la vida nos va enseñando de amores y de tristezas y felicidades, no solamente de parejas, sino de amistades, de familia, entonces creo que de ahí nos podemos agarrar un poquito", manifestó la joven bailarina.
Y César Zarco agregó: "Para nosotros es poder compartir y dejar todo lo que podamos aquí en este hermoso escenario, y bailar por ellos y para ellos".
En un festival con 45 años de historia, considerado como un verdadero altar de movimiento que se alza como el más longevo e influyente de su tipo en México y uno de los pilares de Latinoamérica, "Amor, Perfume y Ausencia... Boleros del Alma" demostró que el arte más ambicioso no es el que mira al futuro, sino el que se atreve a desenterrar con una elocuencia rotunda las historias de desamor que nos fundaron. Lo demás, es silencio y aplauso.








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