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Foto del escritorLa Rata

Trastorno dismórfico corporal, el cuerpo que habito



Por:  Ximena Jaqueline González Correa


Un día despierto, todo es normal, el sol está arriba y yo también. Por fin ha llegado el verano, es hora de ponerme los shorts que tanto me encantan y que llevan más de seis meses guardados en el clóset. Me los pongo, pero pasa algo inesperado, a medio camino a la altura de mis muslos el short deja de subir, tiro de él con un poco más de fuerza y parece no ser suficiente, así que sigo jalando hasta que lo consigo, ¡por fin subió!.


Ahora me enfrento a un nuevo problema, ¿cómo voy a ser capaz de cerrarlo? meto el estómago e inhalo todo el aire que soy capaz de almacenar en mis pulmones, cerrando los ojos con fuerza en un acto de fe para que el botón pueda mágicamente cerrar. Tras varios intentos acompañados de gemidos y fuertes tirones, por fin exhalo el último soplo de aire que me quedaba y suelto la prenda, mis dedos están rojos y adoloridos del esfuerzo, es hora de rendirse.


Decido ponerme una falda de elástico en su lugar, por miedo a volver a sufrir la misma complicación con otra prenda, camino a la tienda voy pensando con miedo en la posibilidad de haber subido de peso, aunque la idea es tan aterradora para mí que prefiero justificarme con que seguramente estoy inflamada por algo que comí el día anterior.


Al llegar a la tienda observo los maniquíes, seguramente yo jamás me veré así. Cautelosamente miro a mi alrededor, todas en el lugar parecen ser más delgadas que yo, buscando entre la ropa las tallas más pequeñas posibles y utilizando el resto de tallas únicamente como “oversized”. Con miedo camino entre los pasillos, buscando alguna blusa que no enseñe al resto del mundo lo grande que debe de ser mi estómago, pero tras varios minutos aún no la encuentro. Retomo mi búsqueda inicial para encontrar un short que reemplace al anterior.


Doblado detrás del aparador encuentro un modelo muy similar, de mezclilla y con los bolsillos rotos, con detenimiento analizo mi siguiente paso, ¿qué talla escogeré?, mi short anterior era talla S, sin embargo la posibilidad de elegir una talla más grande me parece inconcebible. Un poco dudosa decidí tomar ambas tallas, S y M.


Primero es momento de hacer el segundo intento, tal vez el short de mi casa se encogió en la secadora o algo extraño pasó que hizo que no me quedara, así que le di una oportunidad a la opción de la tienda. Crucé los dedos mientras lo subía lentamente por mis piernas, y todo parecía ir muy bien, hasta que llegó a mis caderas. No lo puedo creer, es real, estoy gorda. Un nudo se empieza a formar en mi garganta y las lágrimas escurren por mi cara, cayendo encima de mis zapatos por mi cabeza agachada.


Por primera vez desde que entré al probador me miro frente al espejo y no puedo creer lo que veo; pienso que esa persona que veo no puedo ser yo, con una panza desbordándose de la ropa, y unas piernas anchas que nadie querría ver, no entiendo por qué consideré si quiera ponerme un short en primer lugar.


Opto por salir corriendo de la tienda sin siquiera haberme probado el segundo modelo de short, sigo llorando todo el camino de regreso, y por primera vez soy consciente del roce que se produce entre mis piernas cada vez que camino, me parece tan insoportable, seguramente todo mundo es capaz de notarlo, no volveré a utilizar algo que muestre la grasa de mi piel jamás.


Llego a mi casa, me tumbo en la cama y comienzo a considerar la idea de qué tal vez no sea tan malo, tomo mi celular para distraerme y escribo en el buscador #bodypositive. Siento como si un gran martillo me golpeara directo en el estómago y siento un hoyo al ver que todas las chicas de las publicaciones no están ni la mitad de gordas que yo, son solo chicas delgadas haciendo dobleces en su cuerpo con los ángulos de su postura.


Es el fin del mundo, ni siquiera puedo considerar volver a comerme un postre en varios meses, tengo que salir a correr todos los días al menos una hora, no puedo permitir que esto pase, y mucho menos que siga avanzando, en el momento en el que lo note la gente dejarán de fijarse en mí y pasaré a ser solamente “la gorda”, ¿o será que ya lo notaron?.


¿Qué es la dismorfia corporal?


El trastorno dismórfico corporal es un síndrome que se incluye en los trastornos obsesivo-compulsivos y que afecta entre el 1.7 y el 2.9 por ciento de la población mundial, siendo en su mayoría mujeres, según la Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE-11) de 2018 de la Organización Mundial de la Salud.


Según datos de la Secretaría de Salud del Gobierno Federal, la dismorfia corporal se presentadurante la adolescencia y muchas veces culmina en trastornos de la conducta alimentaria, como la bulimia: vomitar después de comer; anorexia, no comer; vigorexia, obsesión en realizar ejercicio; ortorexia, obsesión por comer únicamente alimentos considerados saludables.


Algunos de los síntomas de este trastorno, de acuerdo con el Centro Médico Académico “Mayo Clinic”, son:  preocupación excesiva en la apariencia, las y los pacientes pasan observándose varias horas en el espejo; fuerte necesidad de modificar su aspecto físico, ya sea con cirugías plásticas o intentando esconder los defectos percibidos con ropa o maquillaje; “constante pensamiento de que las personas alrededor se fijan en tu apariencia, comparación constante, tendencias perfeccionistas, búsqueda de aprobación estética, aislamiento social”.

“La dismorfia corporal es un trastorno psicológico que altera la percepción que tiene una persona sobre su propio cuerpo, haciéndolo ver cosas distintas a la realidad, creando inseguridades mayormente con el peso pero también con partes del cuerpo como la nariz, las extremidades o la piel. Este padecimiento puede tratarse con terapias cognitivo conductuales, grupales y medicamentos”.

Si te sientes identificado o identificada con estos síntomas o el relato en primera persona,  no dudes en buscar ayuda, lo que ves en el espejo no es una realidad, y el cuerpo que habitas no te define.



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