
Por: Karina Méndez
Ante el sonido del tambor y la corneta, nuevamente se abrirán las puertas del Templo de Nuestra Señora del Carmen la noche de este 7 de abril para comenzar la representación de la pasión y muerte de Cristo por las calles del Centro Histórico de San Luis Potosí.
La primera vez que se llevó a cabo fue en 1953 gracias a la devoción de unos toreros a la Virgen de la Soledad, quienes al basarse en las procesiones realizadas en Semana Santa en Sevilla, España, comenzaron a hacer lo propio.
Desde entonces, la representación del Vía Crucis se ha extendido hasta el punto de ser uno de los eventos de mayor trascendencia para el estado de San Luis Potosí.
Así como su nombre lo indica, a la Procesión del Silencio la envuelve un ambiente de solemnidad, luto e incluso misticismo; los asistentes y los participante guardan silencio en acompañamiento a la Virgen de los Dolores mientras se revive la pasión y muerte de Cristo.
Este rito, declarado como patrimonio histórico del estado, está conformado por alrededor de 26 cofradías, quienes se identifican bajo los colores de sus túnicas y sus emblemas, además de ser acompañados por imágenes de la pasión de Cristo.
Entre estas hermandades se encuentra la Cofradía de la Virgen del Carmen, Cofradía del Santo Entierro, Cofradía del Descendimiento, Cofradía del Ecce Homo y Cofradía de la Soledad, entre otras.
Miembros de algunas cofradías hacen el ritual descalzos, con una cruz a cuestas e incluso con cadenas atadas a sus tobillos como una manera de penitencia. También destacan los nazarenos, quienes utilizan capirote, antifaz y capa.
Además, participan adultos, niñas y niños, soldados romanos y mujeres con rebozos que portan cirios.
Las y los participantes marchan a paso lento y solemne ante el ritmo del tambor durante las más de cuatro horas que dura la procesión. Con la entrada de la imagen de Nuestra Señora de la Soledad al Templo del Carmen, se da por concluido uno de los eventos más importantes del país en Semana Santa
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