No podemos seguir educando a las futuras generaciones bajo un sistema que perpetúa la desigualdad
Por: Jazmín Ramírez García
En los últimos años, mucho se ha hablado sobre la necesidad de incluir una educación con perspectiva de género en las aulas. Sin embargo, desde mi experiencia como maestra de preparatoria, puedo decir con certeza que esta no es solo una moda educativa o una tendencia social; es una necesidad urgente y vital para el desarrollo pleno de las y los estudiantes.
Trabajando diariamente con adolescentes, he sido testigo de cómo las ideas machistas sobre roles de género pueden limitar el potencial de las y los jóvenes. Las niñas que creen que ciertas materias o carreras "no son para ellas" porque "son cosas de hombres", o los niños que sienten que no pueden expresar sus emociones porque "los hombres no lloran", son ejemplos de cómo estos estereotipos de género dañan y restringen.
Incorporar una perspectiva de género en la educación no se trata de impartir una materia adicional o de incluir algunos temas sobre igualdad en el currículo. Se trata de cambiar la manera en que vemos a las y los estudiantes y cómo les enseñamos a ver el mundo.
Es reconocer y respetar la diversidad de cada individuo, y fomentar un ambiente en el que todos se sientan libres para explorar, aprender y crecer sin las limitaciones impuestas por los estereotipos de género.
Es evidente que vivimos en una sociedad donde la desigualdad de género sigue siendo un problema arraigado. Desde las diferencias salariales hasta la representación en puestos de poder, pasando por la violencia de género; estos problemas no son ajenos a nuestros estudiantes. Ellos y ellas ven estas desigualdades en su vida diaria y a menudo, las experimentan de primera mano.
Si la escuela, que es un microcosmos de la sociedad, no aborda estas desigualdades, estamos fallando en preparar a las y los estudiantes para el mundo real.
Una educación con perspectiva de género es crucial para formar ciudadanos críticos y responsables, capaces de identificar y combatir la discriminación en todas sus formas. Es nuestro deber como educadores enseñar a nuestros estudiantes a valorar la igualdad, a respetar a los demás y a cuestionar las estructuras injustas que encuentran en sus vidas.
Es hora de que todos y todas reconozcamos la importancia de esta perspectiva en la educación. No podemos seguir educando a las futuras generaciones bajo un sistema que perpetúa la desigualdad.
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