Por: Ximena Jaqueline González Correa
El pasado 12 de Marzo se vivió en “Alebrije Cenaduría” una experiencia gastronómica guiada por Edgar y Cristal, dos personas con discapacidad visual. Este evento organizado por Turismo Municipal de San Luis Potosí en colaboración con Alebrije Cenaduría, Callejón 7B, Grupo ISIMA y Rincón Huasteco busca promover las innovaciones de la gastronomía potosina y crear conciencia sobre la discapacidad visual a través de una cena durante la cual los comensales tienen los ojos tapados en todo momento.
Esta actividad se convierte en una experiencia desde el momento en el que te pones el antifaz en los ojos, pues todo comienza con el recorrido que se hace para llegar al restaurante, que a pesar de ser corto resulta muy complicado porque no se sabe con seguridad en qué lugar pisar y de qué manera para no chocar o caer.
Este pequeño recorrido lo hacen todos los y las comensales caminando en fila tomados de los hombros de sus compañeros de en frente, pero aún así la inseguridad está presente a través de pasos cortos y desconfiados.
Una vez en el restaurante los y las comensales son cuidadosamente guiados a sus asientos. Después de esto sucede una bienvenida donde se presenta el chef y se da una breve introducción sobre la dinámica que se llevará a cabo. Tras esto son entregados diversos objetos de distintos tamaños, texturas y cualidades para que sean explorados por el resto de sus sentidos.
Después de unos minutos de interactuar con los objetos el siguiente paso es poner en el lugar de cada persona un menú, este está escrito con braile.
Seguido a esto son repartidas unas particulares bebidas escarchadas con cierto sabor cítrico, olor chocolatoso y la textura de algunas semillas que resulta ser una bebida a base de tomatillo y xoconostle, con una rodaja de naranja y escarchado con sal de chapulines y chile, utilizando ingredientes de manera poco convencional y mezclando sabores para crear un regusto muy particular.
Entonces suena una ocarina, una especie de flauta prehispánica que anuncia que es hora de comenzar con el primer tiempo que es una rica sopa Sabina a base de 4 setas diferentes, granos de maíz y huitlacoche en un caldillo de res.
Durante la degustación en la mesa se hablan sobre los distintos sabores e ingredientes que se van identificando en el platillo, tratando de adivinar qué es.
Tras esto es colocado en la mesa un aperitivo que requiere ser probado de una forma diferente, pues el platillo se pone en el centro de la mesa, requiriendo que todos estiren sus brazos en intentos torpes de alcanzar la comida, chocando las manos y peleando por el mismo bocadillo.
Debatiendo entre si es una empanada o una tostada, todos saboreaban el platillo. Al terminarlo el chef anuncia que se trata de un pescado tatemado en tempura negro, acompañado de un adobo de chile guajillo, morita y naranja.
Finalmente llegó la hora del platillo fuerte, una gran combinación de sabores perfectamente unidos, un gusto inconfundible a mole y una variación entre sabores dulces, agrios y salados y una tortilla para acompañarlo todo. Resulta tratarse de una costilla de cerdo sobre mole prieto y vegetales asados e insectos.
Para finalizar un delicioso bizcocho de chile guajillo acompañado de un helado de ceniza de totomoxtle y tierra de cacahuate.
Durante la experiencia las y los comensales se enfrentaron a distintos problemas, desde no encontrar los cubiertos, no estar seguros de sí ya terminaron su platillo, no poder agarrar la comida, hasta problemas que no son conscientes que puede tener una persona con discapacidad visual como no saber en qué momento hablar sin interrumpir a alguien más.
En la conversación todos los invitados se conocieron más a profundidad, y sobre todo, conocieron a sus anfitriones y las complicaciones que encaran día con día, como no escuchar una conversación cuando la música del establecimiento es muy fuerte, perderse en lugares desconocidos y caer en los diversos hoyos y alcantarillas de una ciudad que no está adaptada para personas con discapacidad.
Después de toda esta vivencia finalmente los invitados pudieron retirar los antifaces de sus ojos, culminando con el último de sus sentidos para gozar de los bellos colores y decoraciones tan distintivos del restaurante y al mismo tiempo observar a las y los compañeros que los acompañaron durante toda la cena a quienes no habían podido ver directamente.
Esta experiencia además de ser muy enriquecedora en el sentido gastronómico y cultural de nuestra ciudad también crea conciencia sobre las implicaciones de vivir con una discapacidad. Próximamente estará abierta al público. Para mayor información se pueden consultar ls redes sociales “San Luis Capital”.
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