Fotografía: Facebook Festival Internacional de Danza Contemporánea -Lila López-
Por: Leticia Vaca
El arte dota a las personas de capacidad de agencia; empoderamiento, les da voz; es una manifestación política que permite ejercer el derecho a expresarse, por eso es una herramienta de transformación del tejido social.
La directora artística del Centro de Producción de Danza Contemporánea (Ceprodac), Cecilia Lugo, destacó la importancia de que el arte sea reconocido a nivel Estado y en la Constitución, para que esté en las escuelas, en la casa, por todos lados, como una herramienta de transformación.
“¿Qué es lo qué sucede con el arte? te empodera, empodera al niño (las infancias), ¿por qué?, porque en su acción poética, no técnica, el niño dice yo pinto esto, lo que sea: globo, payaso, línea, y aunque esté chueco, el niño está hablando, y si tú le dices tienes tu derecho a hablar, tienes tu derecho a decir lo que tú pienses, aunque la raya esté chueca, es tu voz y yo te respeto”
En ese sentido, resaltó que, el arte tiene que ver con el respeto hacia la otra personas, porque permite tener una comunicación espiritual con el otro y consigo mismo. “El arte tiene que ser profundamente ético, porque respeta al ser humano en sus más profundas necesidades, y si eso nuestros gobernantes lo entendieran, todo sería mucho más fácil”
La directora artística, enfatizó en la necesidad de que el arte sea reconocida a nivel Estado para que los esfuerzos de las y los artistas por transformar al ser humano no sean en vano, porque “si eso no sucede, vamos a seguir haciendo nuestro esfuerzo hasta que nos muramos”.
Sin embargo, al ser el arte una herramienta tan poderosa de transformación, imposibilita que puedan acceder a ella los pueblos y comunidades, las periferias y quienes históricamente han pertenecido a grupos y poblaciones que han sido vulneradas.
Como menciona Cecilia Lugo, el arte respeta y reconoce al otro, entonces si el arte estuviera en todas partes y cualquier persona pudiera tener acceso a ella, quizá no tendríamos un mundo utópico, pero sí una sociedad empática en la que haya respeto por el otro.
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