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  • Foto del escritorLa Rata

Descendientes del pueblo de maíz.



"Los mayas somos mucho más que vestigios arqueológicos: somos seres vivos y actuales” Fidencio Briceño, lingüista.


México es un país que destaca por la riqueza y diversidad cultural que tiene, es decir, todas las expresiones, tradiciones y costumbres que las diferentes culturas que habitaron nuestro país nos heredaron. Dicha diversidad, como la herencia Maya, se aferra a vivir gracias a la lucha para el rescate cultural que descendientes de nuestros antepasados han estado haciendo.


De acuerdo con lo narrado en el Popol Vuh, libro sagrado de los mayas, nos cuenta el nacimiento de los hombres a partir de que los dioses los formaran del maíz. Después de varios intentos por crear a un ser que pudiera venerarlos; en el primer intento se crearon a los animales que son incapaces de hablar, por lo que se decide hacer un segundo intento en el que se forman seres de lodo que se deshicieron al mojarse, en el tercer intento se crean hombres de madera que eran incapaces de venerarlos, por lo que los dioses mandaron un diluvio para ahogarlos, casi todos murieron por el agua, aunque lo que sobrevivieron se convirtieron en monos.


Fue hasta el amanecer cuando cuatro animales (zorro, coyote, loro y el cuervo) dirigieron a los dioses a un lugar donde había maíz blanco y amarillo, y en el momento en el que los dioses comenzaron a moldear las mazorcas, fue que el maíz se convirtió en la sangre y carne del que nacieron 4 hombres fuertes, inteligentes, que podían ver y sabían sobre todo, por lo que los dioses, en molestia de que se asemejaban tanto a ellos por conocer todo sobre el mundo, pusieron un velo sobre los ojos de estos hombres que empañaron su vista y su oido, de esa forma solo podían alcanzar a conocer lo que estaba cerca de ellos.


Aún ahora, el maíz sigue siendo de vital importancia en nuestra base alimenticia; proveniente desde el mundo prehispanico, el maíz era el principal sustento alimenticio y económico de los pobladores, por lo que a través de los tiempos, de la siembra y cosecha de este alimento, se marcaban los rituales.


Pese a que los mayas son hijos descendientes del maíz, la cultura maya no sólo es hablar del pueblo prehispánico, sino también es hablar de la forma de vida de los actuales pueblos, autodenominados “mayas contemporáneos”, quienes hoy día viven con una carga cultural heredada a través de la oralidad y tradiciones familiares, pero que a la par han crecido de la mano con los cambios económicos, culturales y sociales que conlleva vivir en el México actual y la globalización del mundo.


Los mayas contemporáneos del poblado de José María Morelos, forman parte de los 70 pueblos indigenas en México contemplados por la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indigenas (CDI), ubicados en Yucatán, Campeche y Quintana Roo, una comunidad que participa abiertamente en el rescate cultural de la lengua, prácticas tradicionales, rituales y festividades ancestrales; que a su vez se mezcla con la tecnología, religión y la forma de vida moderna, pero sin perder la esencia cultural que sus antepasados les enseñaron, reflejado en su vida cotidiana.


El documental realizado durante el taller de reportaje audiovisual dirigido por la periodista Italiana Cristina Mastrandrea, en colaboración con Edwin Emmanuel Noh Cen, director de la televisora de la Universidad Intercultural de Quintana Roo, muestra la forma de vida de estos nuevos mayas, a través del rescate cultural que realizan maestros y actores culturales activos y nativos de la cultura maya como el historiador Mario Colli Colli; el poeta maya hablante Donny Limber Brito May; Doña Manuelita, curandera de hierbas tradicionales en el municipio de José María Morelos; Ismael Briceño Mukul, orador en lengua maya y el compositor y músico tradicional, Martiniano Pérez Angulo.


Quienes desde sus trincheras enseñan a los alumnos de la Escuela Intercultural de Quintana Roo sus raíces culturales, la preservación de la misma desde los conceptos de arraigo ancestrales, para que puedan conservar sus tradiciones y a partir de su cultura vivir en el mundo globalizado, contrayendo una mejor realidad pero sin olvidarse de sus costumbres.

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