Por: Lorena Rojas.
Desde hace más de diez años, el señor Gustavo Luna acude a la Parroquia de Cerritos, ingresa en la torre y accede al reloj público municipal para darle cuerda y mantenimiento. Labor, sin duda valiosísima, que antes desempeñara su padre, el señor José Luna, durante 25 años.
Este 18 de marzo, el Reloj Público monumental ubicado en la torre de la iglesia de San Juan Bautista en Cerritos, San Luis Potosí, cumple 123 años de haber sido instalado en tal lugar, marcando las horas desde entonces con su particular sonido que llega hasta las orillas del pueblo. Traído en barco desde Madrid a México, y después en tren hasta Cerritos, el reloj fue fabricado por la prestigiosa casa relojera Canseco y donado por un español radicado en Cerritos desde finales del siglo XIX, quien fuera próspero comerciante y que deseaba dejar un recuerdo en Cerritos, pueblo que lo acogió y donde pudo progresar económicamente (Villegas Galván, 1999).
De acuerdo con registros del periódico potosino “El Estandarte”, aquel 18 de marzo de 1900, la plaza de Cerritos estuvo abarrotada de parroquianos que querían presenciar el evento. Acudió al pueblo el entonces gobernador Blas Escontría, acompañado de algunos miembros de su gabinete, quienes llegaran el día anterior siendo recibidos por el Presidente Municipal Pedro Tovar, pues el señor Escontría deseaba aprovechar su estancia en Cerritos para visitar la tumba de su amigo don Marcos Vives, fallecido dos años antes, en 1898.
El día del acontecimiento, el donador de la obra también celebraba su cumpleaños y, en su honor, se colocaron de manera simbólica las banderas ondeantes de México y España en la torre de la iglesia. El evento estuvo también guiado por la autoridad clerical, el párroco en aquellos años Aniceto Cárdenas y como invitado Esteban H. Carmona, párroco del vecino municipio de La Carbonera, hoy en día Villa Juárez.
La omisión, hasta ahora, del nombre de quien donara el emblemático reloj se debe a que existen dos versiones de su identidad. Una, citada por Villegas Galván en Cerritos en mi recuerdo que refiere a una crónica en “El Estandarte” donde se menciona a Gabriel Núñez como benefactor. Sin embargo, en Memorias, reminiscencias y recuerdos, de don Donato Rodríguez, se nombra a don Ángel Núñez de la Cuétara, citando una esquela que rondara tras su fallecimiento el 27 de abril de 1904 en San Luis Potosí, en la que se le nombra como donador del Reloj Público, mencionando que sus restos se trasladaron a Cerritos, su pueblo adoptivo.
Debido a que la sepultura de Ángel Núñez de la Cuétara sí se encuentra en el Panteón Municipal, mientras que en su cripta familiar no es visible la placa de alguien que se llame Gabriel Núñez, y también a que las descripciones del donador de la obra en ambas fuentes son muy parecidas, mi hipótesis es que quizá se trate de la misma persona, y que el periódico referido por Villegas Galván pudo haber tenido un error en la transcripción del nombre. Mencionaré entonces en este texto a Ángel Núñez como benefactor, apoyado en la cercanía con el acontecimiento de don Donato Rodríguez, que tenía siete años al momento de la colocación del reloj en la torre.
El Reloj
Ensamblar, colocar y mantener en funcionamiento un reloj monumental como éste no es tarea sencilla, requiere de oficio, precisión y cuidado. Para su inauguración, el reloj fue colocado desde un día antes por el señor Pablo Ramírez, quien vino a Cerritos desde Jalisco. Su trabajo consistió en armar, instalar la maquinaria, colocar las campanas y ensamblar las carátulas del reloj, que había costado la elevada cantidad –en aquel entonces-, de dos mil pesos (Villegas Galván).
La Casa Relojera Canseco tiene origen en Madrid desde mediados del siglo XIX; gozaba de gran prestigio en España debido a que su fundador, Antonio Canseco, diseñó su propio reloj patentándolo como “Sistema Canseco”, ganando popularidad y respeto por todo el País Vasco y manteniendo una tradición relojera durante tres generaciones. Canseco fabricó e instaló relojes monumentales para edificios importantes de toda España, y gracias al obsequio del señor Ángel Núñez, también se ostenta uno aquí, en Cerritos.
Por su parte, don José Víctor Luna Reyes nació en Cerritos en el año de 1933, fue minero, fundador del cine ambulante comunitario (lo que sin duda merece una crónica aparte) y relojero; estudió radio y televisión por correspondencia, como era usual en México a partir de los años cincuenta. A mediados de la década de los setenta, don Pepe Luna, como era llamado cotidianamente, abrió junto a su familia una tienda de abarrotes y relojería ubicada en la calle Juárez. Era un relojero empírico pero meticuloso; sin embargo, continuó profesionalizándose como relojero a mediante cursos de la Unión de Relojeros Potosinos y posteriormente asistiendo a congresos y especializaciones en distintos puntos de la República Mexicana.
En 1981, cambió el domicilio de su negocio a la calle Zaragoza, continuando únicamente como “Relojería Luna” y, en 1987, tras varios años dedicándose al noble oficio de la relojería, el señor José Luna recibió la encomienda de resguardar, cuidar y dar mantenimiento al reloj Municipal de la iglesia, un compromiso firmado que cumplió fielmente durante 25 años, hasta su fallecimiento en 2012, año en que su hijo Gustavo Luna asumió la continuidad de tan importante tarea.
El resguardo y mantenimiento de don Pepe Luna abarcó también otros relojes públicos que se instalaron posteriormente: el de la capilla de Guadalupe, el de San Antonio, el de la Santa Cruz, así como el reloj del Parque Municipal La Mezquitada (instalado en el Castillo), y el reloj de la Presidencia Municipal, en ese orden.
A diferencia de los relojes citados, que tienen ya un funcionamiento híbrido (pues cuentan con motor), el reloj centenario de la Parroquia de San Juan Bautista es totalmente mecánico; sus engranajes funcionan mediante contrapesos, por ello, a diario se deben elevar nuevamente, así como es importante dar la limpieza y mantenimiento necesarios a toda su maquinaria con regularidad. Este cuidado y constancia han sido definitivos para la conservación del reloj que durante 123 años ha funcionado de manera adecuada.
Todos los días, desde aquel 18 de marzo de 1900, el repicar de las campanas marca la hora y cada 15 minutos con un sonido distinto, pautando con ello también la identidad e historia de Cerritos, misma que ha sido definida por acontecimientos como éste, pero también, enriquecida y resguardada por ciudadanos de a pie que, con su trabajo, como lo fue el de don Pepe Luna y hoy en día, el de su hijo Gustavo, permiten la conservación y preservación de nuestros bienes patrimoniales.
Agradecimiento al señor Gustavo Luna por la entrevista y la plática amena sobre su trabajo y el de su padre, así como sobre el funcionamiento del reloj. También al señor Juan José Ruiz V. por facilitarme documentos que permitieron contrastar la información sobre el donador de este emblema patrimonial.
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