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Therion, así se vivió el heavy metal en la capital potosina 




Por: Ximena Jaqueline González Correa


Al atardecer del Sábado 30 de marzo se juntaron cientos de personas de todas partes del país en la Plaza de Aranzazú, todos unidos con un propósito en común, disfrutar del heavv metal.


Mientras el sol bajaba iban apareciendo de todos lados metaleros, llenando poco a poco la plaza, todos vestidos de negro, con estoperoles y picos decorando sus prendas.


“THERION” se podía leer en todas partes, desde camisetas, sudaderas, mochilas, termos de agua y paliacates, todos iban preparados para ver a la banda estelar de la noche.


A las 6 de la tarde subió al escenario una chica con lentes oscuros y vestido negro, todo mundo enloqueció, el momento que esperaban se acercaba cada vez más. Con un ánimo entusiasta y rockero, la chica dio la bienvenida a la tercera edición del Festival San Luis en primavera y anunció a la banda local del momento, un grupo independiente que estaba siendo sensación entre las y los potosinos,“Tu Mamá”.


Un hombre de cabello largo y piel pálida se robó de inmediato la atención del público, su pecho descubierto y lleno de tatuajes anunciaba lo que se venía, ¡puro heavy metal!


El baterista comenzó a golpear sus baquetas y de inmediato, todo el público se emocionó. Después las guitarras eléctricas comenzaron a acompañar la batería con un sonido fuerte y grave. Y finalmente, el vocalista  agitó la cabeza ferozmente sacudiendo toda su cabellera al ritmo de los acordes.


Octavio, Tristán y Manuel se robaron los corazones del público con su música alocada e irreverente. Lograron que todo el mundo vibrara con el metal pesado, con las manos en alto y moviendo sus cabezas con la música.


Tras su despedida, a las siete de la tarde volvió a subir la presentadora, y la gente no pudo esconder su emoción de saber lo que se aproximaba. Todos con sus celulares en mano estaban listos para recibir a la banda.


Therion se robó el Festival San Luis en Primavera


Entonces sucedió, entre gritos y manos haciendo una forma de cuernos, el público recibió con emoción a los miembros de Therion que iban subiendo al escenario. 


Sin esperar mucho tiempo, las guitarras empezaron a gritar con una energía vibrante que contagió al público. Luces rojas iluminaban todo el escenario, y del fondo, surgió la voz grave de Thomas Vikström, haciendo notar su voz de tenor con notas perfectamente entonadas y sorprendentes. A sus costados, emergieron dos mujeres, que eran nada más y nada menos que Lori Lewis y Rosalia Sairem, dos sopranos que con voces de ángel hicieron honor a su género, el rock sinfónico.


La gente enloqueció, cedieron sus cuerpos por completo al ritmo del metal y entre gritos y saltos convirtieron el evento en la reunión más grande de rockeros en la ciudad.


A lo lejos se visualizaban personas en las calles, deteniéndose a contemplar el concierto, asombrados por las voces de los vocalistas y por la maestría con la que los músicos tocaban sus instrumentos.


El sol se había escondido por completo, y no había espacio para un alma más en Aranzazú, pero aún por fuera de la plaza, sosteniéndose de las rejas que delimitaban el espacio, se veía un fan moviendo la cabeza con fuerza y gritando con gran ánimo el nombre de la banda.


Había unos cuantos niños vestidos de metaleros, y cientos de adultos con delineador en los ojos y sombras oscuras, empuñando con fuerza el símbolo del rock en sus manos.


Cuando se pensaba que el concierto no podía ir mejor, apareció una mujer con cuernos de chivo, una máscara de cráneo y seis varas ardiendo en llamas, performando bailes exóticos y sensuales a los miembros de la banda, iluminando el evento con su impresionante destreza para mover las varas sin cuidado.


A un costado del escenario se podían observar personas de la comunidad sorda, cantando con sus manos siguiendo a la intérprete en el escenario, y sintiendo la música a través de sus chalecos sensoriales.


Tras varias canciones y momentos llenos de emoción el concierto pareció haber llegado a su final. Christian Vidal tocaba la guitarra cada vez más lentamente, Christopher Johnson  alejaba sus manos de las cuerdas y Fredrick Isaksson contemplaba con ojos abiertos a la gente.


Antes de partir agradecieron enormemente al público mexicano, afirmando que en ningún otro país se sentía la misma calidez y el recibimiento que ofrecen los mexicanos. Dijeron sentirse muy contentos de estar presentes en San Luis Potosí y que el gobierno organizara eventos culturales abiertos al público, para que el metal llegara a todas partes.

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