¿Qué pasa después de un incendio forestal?

Texto: Desiree Madrid

Ilustración: Eliane Aguilera

¿Qué pasa cuando los ríos, cascadas y los árboles lloran constantemente gotas de una naturaleza y una comunidad que preserva los verdes, los azules y el gris de las rocas… y de pronto se ve manchada por el rojo de un fuego que no pertenece al lugar?

Desde que inició abril, un incendio forestal ha devorado más de 150 hectáreas de mi cuerpo, mi piel vegetal, mis entrañas húmedas. Las llamas han trepado mis montañas, desnudando árboles que me han acompañado por siglos. Así arde la Sierra de Xilitla, Buenavista, la que todos conocen, la que pocos escuchan.

¿Qué está pasando? Pero más importante aún: ¿qué pasará cuando este fuego se vaya? Él no pertenece aquí. Me vislumbro, veo que se hace lo imposible para que se extinga. Más de 50 brigadistas, voluntarios y comunidades indígenas luchan día y noche para apagarlo, armados con machetes, agua y esperanza. Pero cuando se vaya, ¿cómo recupero lo que tenía?

¿Cómo le digo al verde que regrese? ¿Cómo le pido al árbol que resista y no deje que este calor lo consuma? Ese árbol está cansado… tiene años formando parte de lo que soy. Algunos tienen más de cien, y hoy se doblan, ennegrecidos por dentro.

Poco a poco siento cómo se va. Esta no es la primera vez que me pasa esto. Veo los mismos rostros que siempre he visto pasar sobre mí. Algunos nuevos, algunos lloran desde el cielo. Pero no es lluvia: son helicópteros de la Fuerza Aérea Mexicana que descargan agua sobre mis heridas, intentando refrescar mi aliento sofocado.

Mi apellido: Buenavista. Mi nombre: Sierra. Pero me dicen Sierra de Xilitla. No sé qué pasará cuando esto acabe y todos se vayan.

Solo me queda sobrevivir y volver a nacer. Que mi flora y fauna resistan el calor sofocante de un rojo que no pertenece aquí. Que el venado regrese, que el ocelote encuentre sombra, que el agua vuelva a cantar.