Por: Xochiquetzal Rangel
En el corazón del Mercado República, en la capital potosina, la señora María de Jesús Ramírez y su hija preparan artesanalmente, cada año, los tradicionales dulces de azúcar con forma de frutas y verduras que son colocados en los altares para conmemorar a los fieles difuntos en San Luis Potosí.
Esta tradición, que realizan desde hace más de 25 años, lo aprendieron de generación en generación, es decir, sus abuelas les pasaron el conocimiento, pero al 2021 se ha perdido poco a poco, no tanto por el desconocimiento de las mujeres y hombres que los hacían, sino por la falta de recursos para su realización.
María de Jesús Ramírez comentó que en el Mercado República, además de ella y su hija, otras ocho mujeres se dedican a realizarlos desde cero, es decir, el amasar el azúcar con el colorante vegetal para formar una pasta y darle forma a los dulces, mientras que ya solo dos personas se dedican a realizar las famosas calaveritas de dulce.
“Y aquí es el empeño que le ponga la hija o la persona que quiera vender, porque a principio echas a perder, porque no le das el punto, hasta que con el tiempo te va saliendo. Es sacrificio y pues aquí esta el provecho, porque ya somos pocas las que hacemos”, comentó.
En su familia esta tradición, dijo, no se ha dejado de hacer, ya que pese a las bajas ventas del año pasado por la pandemia, aún es un elemento tradicional para el Día de Muertos, el cual venden a mayoreo por cientos, o a menudeo de tres a cinco piezas por cinco o diez pesos.
Aunque mencionó que el proceso no implica un trabajo difícil, sí requiere de tiempo y paciencia, pues aunque el dulce está cien por ciento hecho de azúcar y colorante, diariamente deben preparar diversas charolas con cientos de frutas diferentes como: nopales, mangos, fresas, manzanas, plátanos, elotes, naranjas, entre otros, ya que los pedidos que les hacen usualmente son por mayoreo.
A pesar de que las ventas más fuertes son cuando se acercan los días en donde se honra la memoria de los seres queridos que partieron antes, la familia Ramírez inicia con la producción de las frutas 15 días antes de las festividades.
Con una sonrisa en el rostro, María de Jesús dijo sentirse orgullosa por continuar con una tradición que proviene de “madres, tías y abuelas”, que tiene como objetivo recordar y ofrecer a los seres queridos que fallecieron lo que en vida les gustaba comer, a través de una golosina artesanal.
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