Por: José Luis Vázquez.
Vivir con Parkinson es extremadamente difícil; aunque esta condición no tiene cura, existen algunos tratamientos para "aliviar" los síntomas resultantes de la pérdida y muerte neuronal de la persona que padece esta enfermedad. En mi familia, mi padre fue el "elegido" para aguantar lo que conlleva tenerla.
Fue entre el 2007 y 2008, cuando mi papá empezó a mostrar síntomas de una afección rara que en ese momento aún no podíamos identificar. Las Contracturas y calambres fueron los primeros indicios de que algo andaba mal en él, luego llegaron los temblores.
Después de visitar a cinco doctores y cuatro hospitales, un neurólogo nos confirmó que tiene algo llamado Parkinson y que, lamentablemente, no hay cura. No obstante, nos dio esperanzas al decirnos que existen medicamentos que pueden retrasar la degeneración de su cerebro y controlar sus síntomas.
El especialista preguntó si alguien en la familia paterna padecía esta enfermad, y la respuesta fue un “no”, el doctor luego cuestionó si había sufrido algún golpe fuerte en la cabeza y ahí obtuvo un “sí”. Fue a sus 10 años cuando mi padre se golpeó tan fuerte con un tubo que acudió al hospital. (El neurólogo también mencionó algo de las enfermedades de transmisión sexual, pero este no era el caso).
Aunque los temblores iniciaron en sus manos, actualmente esos movimientos involuntarios también afectan su boca y sus piernas, dificultando sus actividades diarias: come despacio, tira su comida y ya no lo dejamos usar vasos de vidrio; no hay día que no se tropiece al caminar, sin mencionar las estrepitosas caídas que ha tenido.
Al parecer, tener Parkinson también afecta la memoria de algunas personas y creo que mi papá es parte de ellas; y es que, a pesar de tener buenas y largas conversaciones con él, en algún momento me hace la misma pregunta una y otra vez; yo solo me dedico a contestarle las veces que sea necesario diciéndole, claro, que anteriormente ya había dicho algo similar.
Hablando del servicio que supuestamente tienen que ofrecer las instituciones médicas como el ISSSTE, nunca tienen los medicamentos que controlan los síntomas de mi padre o no hay doctores que lo puedan atender. Prueba de ello fue cuando tuvo un infarto, un 24 de diciembre, no había un solo cardiólogo que lo ayudara; si hubiera dependido de ellos, mi padre no estaría con nosotros.
Tener Parkinson amerita un gran gasto; actualmente, mi padre toma un total de 12 pastillas diarias (tres de Hipokinon, tres de Sifrol, tres de Levadopa Cardilopa y tres de PK Merz durante cada mañana, tarde y noche desde el 2008). Cada caja de medicamentos cuesta alrededor de $350 y necesita dos cajas al mes, por lo que haciendo cuentas, mi familia ha gastado un total de $369,600 en medicina; hay que sumar las más de 50 consultas con especialistas que cobran entre $800 y $1000, dando un aproximado de $50,000, y no hay que olvidar hospedajes, gasolina, comidas, etc.
Creí que en la vida jamás me encontraría con alguien que se burlara de las personas que padecen esta enfermedad y ¡qué equivocado estaba! Cuando llevaba la clase de "El Cuerpo Humano como Medio de Comunicación" en la Universidad Autónoma de San Luis Potosí, a un compañero se le ocurrió imitar los temblores característicos de alguien que sufre de Parkinson, se burlaban provocando la risa de todos menos la mía, en ese momento, yo no sentía otra cosa más que desprecio por todos los que burlaban. Al darse cuenta, la maestra habló conmigo y le pidió a mis compañeros no hacer burla de ello.
Sí, vivir con Parkinson es muy difícil, y vivir con alguien que tiene esta enfermedad también es complicado. Ojalá que las condiciones para quienes estén en esta situación mejoren en un tiempo no muy lejano. No es fácil ver a un familiar en estas condiciones, y mucho menos tener que lidiar con lo que esto conlleva, pero es mi papá… ¿Quién no haría todo por un ser querido?.
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