Imagen: Gobierno de México
Por: Jazmín Ramírez García
Por décadas, las narrativas históricas de la Revolución Mexicana, los grandes movimientos sociales y las transformaciones políticas que marcaron el inicio del México moderno, han estado centradas en los líderes hombres.
Sin embargo, al hablar de la Revolución Mexicana, desde el punto de vista de una mujer del siglo XXI, es inevitable reflexionar sobre lo que significó para las mujeres de aquella época y cómo ese legado impacta en nuestras luchas actuales.
Para muchas la Revolución Mexicana fue una ventana de oportunidad que rompió las cadenas del rol tradicional impuesto por la sociedad.
Las adelitas y soldaderas no solo fueron las compañeras de los revolucionarios, sino también, estrategas, combatientes y protectoras del hogar.
A pesar de esto, su protagonismo ha sido en muchos casos relegado a notas al pie de página en los libros de historia.
Hoy, al mirar hacia atrás, nos preguntamos: ¿qué tanto hemos avanzado?
Las mujeres en la Revolución Mexicana lucharon por un México libre y justo, pero también libraron una batalla personal por el reconocimiento y la equidad en un país profundamente patriarcal.
Esas batallas, aunque diferentes, resuenan con las luchas contemporáneas por el derecho a decidir, la equidad salarial, la representación política y el fin de la violencia de género.
Vivir en tiempos modernos nos da herramientas que nuestras antecesoras no tuvieron: educación, plataformas digitales y una creciente conciencia social.
Pero, paradójicamente, también nos enfrenta a los vestigios de desigualdad que no se erradicaron con las armas ni con las leyes promulgadas en el siglo XX.
La Revolución Mexicana no fue solo una lucha armada, fue también una revolución cultural, un grito de cambio que buscaba romper con las estructuras opresoras.
Para las mujeres de hoy, la revolución sigue siendo una metáfora poderosa: nos recuerda que la verdadera transformación no ocurre de un día para otro, sino, a través de generaciones que alzan la voz y se niegan a aceptar la situación actual.
Si bien es cierto, las adelitas nos dejaron un legado de valentía y resistencia, y el reto actual está en construir una narrativa más inclusiva.
Hoy, las mujeres no solo queremos ser recordadas como protagonistas secundarias de un movimiento histórico; queremos ser reconocidas como agentes de cambio que están moldeando el presente y el futuro del país.
Así como las soldaderas no esperaron un permiso para unirse a la causa revolucionaria, las mujeres del siglo XXI tampoco deben esperar a que las condiciones sean ideales para exigir igualdad y justicia.
La Revolución Mexicana nos enseñó que el cambio siempre tiene un costo, pero también que la lucha por un México más justo es un camino que vale la pena recorrer.
Hoy, nuestro desafío es continuar esa revolución, pero con nuevas armas: educación, diálogo y solidaridad. Porque al final, la historia de México no puede escribirse sin nosotras.
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