Por: Xochiquetzal Rangel
“No estás sola”, es lo que Martha -su nombre fue cambiado para proteger su identidad- aprendió luego de decidir dejar a su pareja que durante años la maltrató física y emocionalmente, para ingresar al refugio Otra Oportunidad A.C, en donde encontró la fortaleza que necesitaba y terminar con el espiral de violencia que tanto ella como sus dos hijos vivieron.
Martha, vivió durante ocho años con su entonces pareja sentimental, con quien tuvo dos niños y pese a que su relación era normal y libre de violencia, durante sus tres últimos años de casada, su esposo comenzó a tornarse violento derivado de las drogas que él empezó a consumir.
Al inicio las agresiones eran a través de insultos pero después fueron creciendo pues la comenzó a aislar de su familia y amigos, ya no la dejaba trabajar y finalmente comenzó a golpearla cada vez con mayor intensidad.
“La primera vez que me pegó fue por celos, celos que él se imaginó. Teníamos una tienda, me habló por teléfono porque quería que le fuera a dar comida para cenar, yo estaba atendiendo a unos clientes y me tardé en llegar, cuando llegué él estaba molesto porque me había tardado mucho, me empujó contra la pared y me dio un puñetazo en el abdomen”.
Pese a que su mamá se encontraba en su casa y la intentó ayudar, Martha le pidió que saliera por ayuda, mientras ella intentaba sacar de su cuarto que se encontraba en el segundo piso de la casa unas cosas para llevarse a su hijos lejos de su agresor.
“Le dije no me voy a quedar aquí, me voy a ir. Entonces él tomó la pistola y con la pistola me pegó en la cabeza, en la parte izquierda de la cien, después de eso los niños empezaron a llorar y yo los quise agarrar para que no lloraran y salirme con ellos, pero me dijo que no me iba a poder llevar a los niños, me dijo: ‘si te vas te vas a ir sola’
Me bajé le dije que no iba a quitarme a los niños, me quiso quitar a uno al que tenía cargado. No me dejé y me agarro del pelo, me golpeó contra el piso. El niño más grande comenzó a gritar más y fue la manera en la que me salí porque me soltó”.
Luego de huir de su casa interpuso una denuncia por violencia, sin embargo, las autoridades le comentaron que debido a que se salió de su casa no podían detener a su agresor, tiempo después su entonces pareja comenzó a amenazarla con hacerle daño a su hermano menor si se lo encontraba en la calle si ella no regresaba con él, por lo que decidió regresar.
Una semana después él la volvió a golpear y aunque la siguiente agresión física que sufrió fue luego de un año, durante ese tiempo la seguía maltratando psicológica y económicamente, “a veces se tiene la idea o la ilusión; volví a regresar con él pero siguió la agresión verbal, no me baja de estúpida, pendeja, que no servía para nada, no le gustaba ya nada”, agregó.
-La decisión que cambió su vida-
La violencia en su casa era cada vez más cotidiana aunque ya no la agredía de manera física, sin embargo, con el tiempo también comenzó a insultar a sus hijos.
Para Martha la gota que la hizo decidir dejar para siempre la violencia fue cuando un día su entonces esposo le pidió alejarse de la estufa porque él iba a cocinar, ya que la comida de ella ya no le gustaba; Marta permaneció en la cocina para guardar unos trastes cuando él fastidiado por su presencia la atacó con un golpe en el estómago.
“Estuvo tan fuerte el golpe que me sacó la pipí. Después me dio un puñetazo en lo que fue la boca. Le dije ahora sí fue la última vez, te di oportunidades de mejorar y no quisiste, me voy a ir con mis hijos, si quieres matarme, mátame pero yo ya no vuelvo”, comentó con un nudo en la garganta.
“Cuando ya me iba, me quiso quitar al niño chiquito, me dio un puñetazo, una patada en la vagina y cuando me voltee para proteger al niño, me dió unos puñetazos en la espalda. Lo último que me dijo fue ‘lárgate pero esta me la vas a pagar” agregó.
Salió de su casa y se dirigió a un DIF del Estado en donde la canalizaron al refugio sin fines de lucro “Otra Oportunidad A.C”, que desde el 2006 brinda apoyo legal, psicológico y otorga un lugar seguro para vivir a mujeres, niños, niñas y adolescentes que han sido víctimas de la violencia familiar, sexual o de género.
“Es muy bonito que exista un lugar así, yo no sabía que existía un lugar así o desde mucho antes hubiera dejado a mi pareja. Cuando encontré este lugar me di cuenta de que no estamos solas. Pongan atención para salir del circulo de la violencia, siempre hay personas que nos ayudan”, expresó Martha.
Comentó que gracias al apoyo integral que recibió logró darse cuenta del espiral de la violencia y de que no vale la pena “exponerse a perder la vida” por alguien que si no toma terapia no va a cambiar su comportamiento, un lugar que la curó física y emocionalmente para enfrentar la vida sin miedo; que a su vez le brindo herramientas a sus hijos para no ser violentos, no tener miedo y ser más seguros de sí.
“Llegamos como un ave herida, ellos nos sanan y nos impulsan a tomar el vuelo, para ir siempre adelante”, dijo.
La asociación civil Otra Oportunidad, se encuentra ubicada en la calle Morelos 1453, Barrio de San Sebastián en San Luis Potosí capital.
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