Por: Regina Arellano
La concientización exclusiva a los jóvenes y la centralización de responsabilidad del agua a la población y no a las industrias, fueron las principales críticas de los alumnos de distintos planteles del Colegio de Bachilleres (Cobach) en el Foro "El Congreso del Estado y los Jóvenes haciendo Conciencia en el Cuidado del Agua".
Pareciera que los talleres o foros para hacer consciencia sobre el uso del agua, organizados por distintas esferas del Gobierno, se interesaran más por cumplir con una agenda que por la calidad de la información ofrecida o por el público al que se dirigen.
La información presentada a los alumnos en el Foro se enfocó en recomendar medidas individuales que la población puede adoptar para cuidar el recurso, propuestas como “báñate en 5 minutos”, “lava el carro con cubeta y no con manguera”, “asegúrate que no haya fugas en el inodoro”.
El propósito de estas recomendaciones hacia los jóvenes era que estos pudieran, al salir del foro, exhortar a sus amigos y familiares a que adopten estas medidas.
Pero, ¿es esto suficiente?, ¿es suficiente con el riesgo latente de la escasez de agua?, ¿es sensato educar a los jóvenes con la historia de que bañándose en 5 minutos y revisando todas las fugas de agua?, ¿seguirá alcanzando para todos?
El problema, más que del uso individual, es estructural.
En el mismo foro, Juan Carlos Torres Castillo, secretario de Educación del Gobierno del Estado (SEGE), mencionó que era necesario hacer una revisión de las estructuras hidráulicas de las escuelas, porque hay muchas fugas, lo que provocaba desperdicio.
A mi parecer, esos son los proyectos en los que las dependencias deben enfocarse para regular el consumo del agua, más allá de dar recomendaciones simplistas a los jóvenes y poner sus manos toda la responsabilidad.
Uno de los jóvenes cuestionó el porqué de la insistencia con los cuidados individuales del agua y no la regulación del consumo de las industrias.
Ante la duda, José Enrique Torres, director del Interapas, le contestó que era muy fácil culpar a las compañías, pero que olvidábamos quiénes consumíamos los productos.
Una respuesta simplista para un problema estructural en un país donde no se regula de manera rigurosa la extracción de agua de las empresas, donde la redistribución del agua es tan desigual que muchos habitantes de comunidades remotas solo pueden acceder al consumo de coca-cola en vez de agua potable.
Por otro lado, un alumno les cuestionó el por qué sólo dan este tipo de talleres a jóvenes y no a adultos, ya que el problema es de todos y muchas veces los jóvenes no son escuchados en nuevos hábitos y propuestas.
Recibió, de nuevo, una respuesta simplista por parte de las autoridades: porque los jóvenes son el futuro y los adultos ya están formados, a ellos solo les corresponden sanciones en caso de malgastar el agua.
Me parece preocupante la calidad de campañas de concientización sobre el agua.
Para empezar, los cuidados del recurso deberían comenzar por estrategias y políticas públicas que aseguren la justa redistribución y el menor desperdicio.
En segundo lugar, el fomento de la cultura del cuidado del agua no sólo debería estar enfocado en los jóvenes “porque es un problema del futuro y a ellos les va a tocar”, sino que las pláticas deberían estar orientadas a todas las generaciones, porque el problema hay que frenarlo ya.
En tercer lugar, una sola plática a un sector de la población no es suficiente. Deberían impartirse talleres con regularidad, fomentar más campañas para que la información recomendada pueda hacerse costumbre.
Por último, más que ofrecer herramientas o recomendaciones, el Gobierno podría incentivar a las y los jóvenes a estudiar alguna carrera que les permita incidir en la protección del recurso a nivel estructural.
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