
Por: Montserrat Morales
El periodo presidencial de Joe Biden está a punto de cumplir apenas un mes. El pasado 20 de enero se celebró una ceremonia de juramentación sumamente emocional y enmarcada por la pandemia que tan duramente ha golpeado a los Estados Unidos de América. A ella acudió el gabinete del ahora presidente, y todo el evento fue una muestra de lo que él y sus allegados han dicho que es lo que quieren para su país: unidad, igualdad entre los muy diversos sectores de la población (porque todas las vidas importan) y el restablecimiento de los valores que llevaran a salir del bache a ese país.
La mejor manera de hacer esos votos fue con la participación de las madrinas Lady Gaga entonando el himno nacional de una forma muy conmovedora, y una actuación de Jennifer López que combinó el inglés y el español dando un mensaje esperanzador para la comunidad latina. Biden retoma de esta manera las alianzas con el gremio artístico, con la libertad de expresión, y con la juventud (especialmente la afroamericana) lo ha hecho de la mano de Amanda Gorman, una poetisa que declamó una muestra de su obra, que habla también del sueño de esperanza e igualdad.
La cadena CNN publicó recientemente una comparación entre el gabinete de Biden, el de Trump y el de Obama. Si Barack ya había apostado por los cambios, Biden se ha atrevido a ir más allá, quizá un poco para borrar cuanto antes los daños hechos por la administración trumpista. Del 100 por ciento de los miembros del gabinete de Biden, el 48 por ciento son mujeres; una cifra que ni Obama alcanzó, pues se quedó corto con el 32 por ciento (pero todavía eran otros tiempos). En cuanto a las minorías, Biden se va al 50-50, porque una mitad del equipo está formada por blancos, y toda la otra mitad por otras minorías. En cuanto a los rangos de edad, está muy pareja la proporción, sin embargo, Obama sí le dio más espacio a gente más joven.
La que más destaca por el rango es Kamala Harris, la primera mujer en ocupar la vicepresidencia, y además de orígenes asiáticos. Otros miembros del gabinete son Janet Yellen, la primera mujer a cargo de la Secretaría del Tesoro; Lloyd James Austin III será el primer afroamericano en ocupar la Secretaría de Defensa de EU, Deb Haaland será la primera nativa americana a la cabeza del Departamento del Interior, Alejandro Mayorkas, el primer político latino que será secretario de seguridad nacional, Pete Buttigieg, (acaso) sería el primer miembro de la comunidad LGBT en ser secretario de Transporte, y Rachel Levine será la primera mujer transgénero como subsecretaria de Salud; entre otros.
Por la pura voluntad de tener muy distintas visiones, se aplauden estas decisiones. Esperemos que el país retome un rumbo bueno, porque lo que es bueno para ellos, generalmente lo es para México.
En cuanto a nuestro país, quizá lo único aplaudible hasta ahora sean las decisiones de López en cuanto a la conformación de su gabinete, que es el primero en la historia de México en contar con tantos perfiles femeninos. Andrés dice que “no es cuota de género”, pero que piense que las mujeres (ellas, quizá) son “incorruptibles”, es mera fantasía en su cabeza.
En lo que sí se queda corto es la diversidad como a la que ha aspirado Joe Biden, porque por más mujeres, todos y todas sigue teniendo la misma pinta. Los “whitexicans” y la “blancocracia” sigue predominando en las esferas del poder en nuestro país. No se ve que muchos funcionarios tengan claras raíces indígenas u orígenes más diversos. Y sobre la pertenencia a la comunidad LGBT, ni hablar. En la historia de México, solo han estado en cargos públicos seis personas abiertamente homosexuales: Patria Jiménez, David Sánchez Camacho, Enoé Uranga, David Sánchez Camacho, Benjamin Medrano Quezada y Rubí Suárez Araujo, la primera transexual en ocupar un cargo público.
Además, desde antes de que Andrés López asumiera la presidencia, ya había tenido tropezones en cuanto a su apoyo hacia la comunidad LGBT, primero, por ningunear el asunto referente al matrimonio homosexual; después, porque miembros de su partido hicieron comentarios ofensivos acerca de los homosexuales, y finalmente porque en sus planes para el país no se contempla algo preciso para la comunidad.
En América, Colombia es el país con más personas LGBT al frente de cargos públicos a lo largo del tiempo: nueve. Ningún otro país del continente se le acerca. En Europa, es España quien va a la cabeza también con nueve. Esto solo indica que faltan muchas acciones por tomar, y que de todas las voces que merecen ser escuchadas, las de la comunidad LGBT sigue alzándose frente a lo que prometía ser una gran transformación.
IImagen de Gerd Altmann en Pixabay
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